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Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes

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Cambios en la estadística nacional precursora de la igualdad de género en Costa Rica

Autora: Mabelle Figueroa Ramos

Imagen de Mabelle Figueroa RamosCorría el año 1997 y el Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia (identificado como CMF) se encontraba articulando la ejecución del primer Plan de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres en el país, conocido como el PIOMH. Dicho instrumento se diseñó para un periodo de dos años, pues nace a mitad de la gestión del Gobierno Figueres Olsen (1994-1998). Sus objetivos estratégicos eran de largo aliento y se aspiraba a que la siguiente administración de gobierno lo retomara para continuar y fortalecer una política pública en este campo. En su puesta en práctica participó una cantidad significativa de instituciones del Estado costarricense, que aportaron al desarrollo de una nueva experiencia, inédita, en la promoción de los derechos humanos de las mujeres.

Sin embargo, al momento de diseñar el Plan no se contó con líneas base que ayudaran a establecer la dimensión precisa de los problemas que se querían mejorar, modificar o erradicar, a partir de su ejecución. Y, aunque -en general- se logró crear un interesante modelo de seguimiento al PIOMH con el concurso valiosísimo de las instituciones ejecutoras, la falta de dichas líneas base dificultó hacer esas mediciones y de alguna manera darle sostenibilidad al PIOHM en la siguiente administración de gobierno.

De manera concomitante, la ejecutoria del PIOMH puso en evidencia la necesidad de contar con más y mejores instrumentos de seguimiento a su ejecución, que sin duda implicaba -entre otros factores- disponer de estadísticas segregadas por sexo en los grandes temas para los que se establecieron objetivos estratégicos. Y precisamente uno de los problemas medulares enfrentados, fue que no todas las instituciones públicas participantes en el Plan recogían y procesaban los datos por sexo, o si los levantaban bajo esta clasificación, luego los volvían a agregar al presentar las estadísticas periódicas institucionales oficiales.

Esto limitó comparar la situación de las mujeres y de los hombres en el país, basada en datos públicos que pudiesen ser contrastados en periodos de tiempo determinados, convirtiéndose en un problema central para monitorear los avances del PIOMH. No obstante, esta situación, el INAMU prosiguió en la búsqueda de otros referentes estadísticos importantes para mostrar la situación de las mujeres.

A esa tarea se abocó Irene Brenes Solórzano, destacada y visionaria profesional quien tendió puentes con este objetivo con el Banco Central de Costa Rica, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), entre otras instituciones claves. Esto permitió el inicio de una línea de trabajo que produjo datos vitales para dimensionar el aporte económico de las mujeres y más adelante derivar en un esfuerzo pionero en Costa Rica y América Latina, perfilando estudios de uso del tiempo de mujeres y de hombres en el país, y concomitantemente prefigurando el valor de la aportación económica de las mujeres a la sociedad costarricense.

A quienes participamos en esos interesantes encuentros y discusiones, quedó claro que el papel del INEC era crucial para avanzar en dichos temas, y que por tanto debía ser un socio natural y estratégico del INAMU en el seguimiento a los cambios de género que buscaba el país, ya fuera desde la política pública general, o desde un plan de igualdad específico, caso del PIOMH. Con esa certeza iniciamos, en 1996, conversaciones directas y frecuentes con el INEC hasta abrir una línea de trabajo conjunta que motivó, en primera instancia, un cambio trascendental en los instrumentos periódicos de recolección de datos que aún hoy levanta esta institución, como es la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples, transformada a partir del 2010 en la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO).

Uno de esos cambios importantes fue la redefinición de la persona "informante clave" en el cuestionario de la encuesta, ya que tradicionalmente se preguntó por el JEFE de familia, lo cual sesgaba la información acreditada a quien se registraba como tal. Esto motivó la sustitución del ítem JEFE DE HOGAR por: JEFATURA DE HOGAR. También se variaron las alternativas de respuesta para incluir tres opciones: hombre, mujer o ambos.

De esta forma se consiguió reconocer el evidente cambio social generado por la presencia creciente de hogares monoparentales, muchos "jefeados" por mujeres, así como la participación de ambos cónyuges en el mercado de trabajo y en general como actores económicos.

Posteriormente acometimos la revisión conceptual con criterios de género de otros instrumentos importantes como el Censo Nacional Agropecuario, que de igual manera se enfocaba en prefigurar al hombre como único poseedor de tierra, capital y trabajo, y principal protagonista de la dinámica agropecuaria. Aquí la apertura del Ministerio de Agricultura y Ganadería fue vital para introducir algunos cambios importantes que permitieran captar la dinámica del desarrollo rural costarricense; por ejemplo, reconocer explícitamente a la mujer como propietaria de tierra, participante activa en todo el ciclo productivo agropecuario, en la toma de decisiones respecto al uso del suelo, sobre qué sembrar, cuándo cosechar y otras formas de participación en el mercado agropecuario, etc.

Los logros alcanzados durante los diez años precedentes nos inspiraron a pensar en algo más grande, y que en principio vimos muy lejano por su complejidad: la creación del sistema nacional de indicadores de género. Este resultó perfilado por el INEC en el 2006 con apoyo del INAMU y contó con comprometidas funcionarias de esa institución como la compañera Pilar Ramos Vargas, quien desde un inicio "se matriculó" con la idea y consecuentemente fue propiciando condiciones para ello, junto a otras colegas del INEC como María Elena González Quesada.

En la tarea de ir mejorando la captación de datos con visión género-sensitiva, fuimos sumando instituciones como el Ministerio de Trabajo, en lo relativo a temas claves de empleo/desempleo; y a la Universidad Nacional, concretamente al Instituto de Estudios en Población (IDESPO), lo que permitió seguir estructurando una estadística con criterios de género más sólidos, en aspectos centrales del desarrollo nacional. Aquí el aporte de la colega Irma Sandoval Carvajal fue también muy valioso.

Este breve recuento de algunos hitos en la mejora de la estadística nacional con criterios de género deja probablemente fuera a otras personas que se esforzaron por hacer realidad los cambios reseñados; a todas ellas se les reconoce su aporte en su validación dentro de la institucionalidad pública costarricense, y sobre todo en la mejora de la captura de nuestra realidad social y económica a lo largo de las últimas décadas.