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La voz de las mujeres del bicentenario

En el marco del Bicentenario de la República, el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) impulsa la iniciativa "La voz de las mujeres del bicentenario: mirando al futuro", mediante la cual un grupo representativo de mujeres destacadas en sus respectivos campos, desde su opinión y visión se refiere a la realidad de las mujeres en la Costa Rica actual, cómo espera que sea la vida para aquellas que habitarán el país en los próximos 100 años y cuál considera que debe ser el camino para lograrlo. A través de notas digitales como la que se presenta a continuación, estas mujeres nos comparten brevemente sus impresiones. Todas las notas estarán disponibles en la sección Casa de las Mujeres que forma parte de la página web del INAMU.

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Nicole Mesén Sojo

Img de Nicole Mesén Sojo

Hablar de las mujeres es visibilizar a quienes conformamos la mitad de la población. Es reconocer lo mucho que hemos aportado a la economía, la política, la cultura, el deporte y en muchos otros ámbitos. Pero, además, es darnos cuenta de las grandes desigualdades que vivimos las mujeres; brecha salarial y educativa, acoso, inseguridad y violencia, esta última muchas veces silenciosa, normalizada y sistemática, que nos minimiza, nos golpea y nos mata. También es hablar lo desiguales que son las condiciones y oportunidades para nosotras. Cuantos obstáculos, estigmas y señalamientos tenemos que afrontar para alcanzar nuestras metas y aspiraciones como seres humanos. Es también hablar de los grandes retos que tenemos como país para alcanzar una verdadera equidad en la sociedad.

Si a esas brechas, desigualdades, obstáculos, estigmas y retos, le aplicamos el enfoque de la interseccionalidad, nos asombraríamos aún más por cómo nos golpea en mayor proporción. Porque no es lo mismo lo que vive una mujer con discapacidad, que una mujer indígena, o una mujer de la Gran Área Metropolitana, que una mujer de la zona rural, o una mujer joven, que una mujer mayor. Y podríamos seguir profundizando en la interseccionalidad si, además, alguna de estas mujeres, vive en situación de pobreza extrema, está desempleada o no tiene escolaridad, o porque no, tiene todas las situaciones.

Aunque suene extremo y fatídico, esa es la realidad actual de nosotras las mujeres, es lo que día tras día nos pasa por el cuerpo y poner el tema sobre la mesa, aunque incomode, es necesario, porque nos permite no solo aterrizar y tener claridad, sino también, nos da la oportunidad de pensar en transformar y ver hacia un futuro más justo, inclusivo y equitativo.

Espero que, en los próximos 100 años, las mujeres tengamos una real equidad e igualdad en condiciones y oportunidades. Espero que podamos erradicar esas enormes brechas que no nos permite avanzar en una sociedad que realmente ha sido injusta, machista y patriarcal con nosotras. Que las niñas puedan crecer en ambientes seguros y sanos, sin que sean juzgadas y estigmatizadas. Que podamos decidir con total libertad que deseamos estudiar o en que deseamos trabajar. Que podamos expresarnos y caminar por la calle sin temor. Que no seamos invisibilizadas, ninguneadas, violentadas y asesinadas. Que normalicemos ver a las mujeres en espacios que se nos han negado históricamente.

Puede que parezca utópico, pero si desde cada metro cuadrado trabajamos para erradicar esas brechas, realmente lograremos transformar la sociedad y la realidad de las mujeres.

El Estado debe tener un rol protagónico en esa transformación. Generar políticas públicas con enfoque de género, que busquen brindar las condiciones y oportunidades para que las mujeres nos desarrollemos en todos los ámbitos, abrir espacios de diálogo, así como mecanismos de denuncia más efectivos y ágiles, es esencial. La sociedad también debe tener una participación activa en esa transformación, deconstruyendo esos patrones machistas y patriarcales. Para ello, es necesario que visibilicemos y denunciemos los actos de violencia, pero que también acompañemos las luchas de las mujeres desde la empatía.

Solo reconociendo, deconstruyendo y visibilizando, vamos a transformar la realidad de las mujeres, porque lo que no se ve y no se nombra, NO EXISTE.