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   Tatiana Soto Cabrera

   (1959 -2017

 

 

 

 

 

 

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Autora: Ana Virginia Duarte González  

 

Tatiana fue abogada de profesión; nació y creció en Alajuela. Falleció el 8 de marzo, fecha de Conmemoración, la que ella abanderó con la lucha que sostuvo durante toda su vida, porque le apostó a la reivindicación de derechos y a la dignidad de las mujeres.

Su quehacer profesional fue florido y como una lanza muy determinada tenía objetivos muy concretos, aunque algunas veces esos objetivos fueron alcanzados de forma poco convencional, porque ella también se apegaba al uso alternativo del derecho como otra forma de alcanzar esos logros.

En ese sentido, si nos apegamos al concepto "de poco convencional" desde la Real Academia, podemos leer que se trata de algo que nos vincula a una actitud, a una forma particular de mirar los objetivos o la vida misma.

La historia personal de Tatiana y su claridad en el diario vivir hizo que ella relevara lo importante de las cosas, aprendiendo a sopesarlas y colocarlas en su justa dimensión. Sin duda Tati, como la llamábamos, repudiaba la cultura patriarcal y mucho de lo que en vida hizo fue precisamente ponerle límites a todos aquellos excesos que propiciaban relaciones desiguales de poder y degradación humana.

Esa posición personal y profesional fue vehemente en su vida, fue una actitud en ella muy determinada; y esta afirmación la pudimos consensuar en el homenaje póstumo a ella, dentro de una ceremonia muy afectiva y cálida desde donde fue posible despedirla simbólicamente, acompañada de un grupo grande de personas cercanas a ella.

El homenaje lo realizamos en el INAMU el 27 de marzo del 2017. En medio de la representación del grupo, compuesto por su familia, amigas, compañeras y compañeros de trabajo, flores, recuerdos, música, poesía, comida, anécdotas y lágrimas, y casi al unísono, y como arte mágico, evocamos el vuelo de las mariposas, viéndola a ella partir con luminosidad, llena de colorido en sus alas multicolor, desprendidas de la bandera que siempre cobijó su lucha.

Ese día y en ese lugar de la despedida su hermana Luvia nos contó algunos detalles muy significativos referidos a la construcción de su familia, y sobre el por qué Tati fue una ferviente luchadora de derechos, principalmente de los derechos de las mujeres.

Nos compartió que "Tatiana fue bisnieta de dos militares. Uno en Costa Rica, comandante de Alajuela, y otro en Guatemala. También fue bisnieta de un hacendado de caña de azúcar y, de otro lado, bisnieta de un hombre desconocido".

Sus bisabuelas guatemaltecas fueron una costurera, comerciante y fito-terapeuta empírica; la otra una finquera que montaba a caballo con falda-pantalón. Las bisabuelas costarricenses fueron una ama de casa, estrujada en su rol y por tanto censurada; la otra, una madre soltera confinada a la vertiente atlántica, donde murió de malaria.

Viene de un abuelo autodidacta, funcionario judicial, huérfano desde los cuatro años, que de niño y joven andaba descalzo. De otro abuelo educador y diputado en Guatemala y agricultor en Costa Rica. Uno era un ferviente católico. El otro un ferviente ateo.

Las abuelas, ambas educadoras, una en Alajuela y otra en Guatemala. Una maestra con estudios, la otra empírica pues no llegó a hacer su examen final de sexto grado por la participación de su papá en el golpe de Estado. Una seria, que asumió la crianza de 7 hermanos; la otra risueña, declamadora de poesía.

Un padre costarricense, ingeniero civil y una madre guatemalteca, educadora. Ambos militantes político-partidiarios. Él ateo y librepensador de un país sin ejército; ella guatemalteca, conocedora de la represión social y política y del exilio forzado.

Tatiana crece en la tradición de largas sobremesas familiares. Lo mismo se almorzaba hablando de la violencia en Guatemala que de la importancia de la construcción de la carretera interamericana en Costa Rica. De pequeña, igual jugó boliche con un primo mayor, exguerrillero, que jugó con muñecas. Esta palestra familiar se convierte en una veta formativa que la sensibiliza profundamente hacia la justicia social.

Esa fue Tatiana, con una historia familiar intensa y enriquecida por la diversidad, que en vida la llevó a poner a prueba sus principios de forma contundente, al retomar en todas y cada una de sus acciones el discurso de los derechos humanos y el de la justicia social que, a pesar de los avances normativos, no siempre han tenido eco en la vida cotidiana de las personas.

En ese marco de limitaciones, principios, valores y afectos que retratan a Tatiana familiarmente, ella logra internalizar con mucha fuerza no sólo su capacidad para amar, sino todo aquello que la vinculaba a la protección de los derechos humanos y de forma especial a la prevención, promoción y defensa de las mujeres, compromiso que impulsó de muy distintas maneras.

En toda su trayectoria, ella permaneció siempre de pie frente a los distintos momentos de la discusión nacional y referida a temas políticos u otros de relevancia social, y por eso en su recorrido la vemos transitar por distintos espacios de discusión y análisis, unos de orden institucional y otros, ella participando, en calidad de asesora, acompañante con criterios, o como amiga.

Tatiana se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica y su tesis de licenciatura fue recomendada por el jurado para publicación, de manera que en 1988 salió la edición de su libro titulado: "Mecanismos legales de desprotección de la víctima de agresión".

Fueron muchos los momentos en que Tati se colocó la camiseta y se puso firme con sus ideas de cambio social y político. Allá por 1987 lo hizo como Fundadora de la Revista Ventana, que era un espacio literario comprometido con distintas temáticas, en la que no podía faltar el tema de la desigualdad social y la equidad de género. Esa Revista tenía su vínculo cercano de apoyo con lo que fue el Instituto del libro, parte del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes.

Ya en 1991, el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) formalizó su plaza como abogada para trabajar por los principios por los que fue creada la institución: impulsar acciones en pro de las mujeres desde el trabajo preventivo, de protección, promoción y defensa sobre los derechos integrales, y como respuesta a todo ese proceso de lucha ardua por parte de las mujeres, vino la validación del Estado.

Claramente, aparece el Movimiento de Mujeres Feministas representado en algunas mujeres políticas y con capacidad de decisión que impulsaron acciones muy concretas, enlazadas con la agenda política y de gobierno.

En Costa Rica, desde ese importante contexto histórico de avance a los Derechos Humanos específicos de las mujeres, podemos decir que surgen elementos claves y muy acotados que dieron origen al nacimiento del INAMU, antecedido por luchas importantes que en 1974 culminaron con la creación de la Oficina de Programas para la Mujer y la Familia, adscrita al Ministerio de Cultura Juventud y Deportes.

Ese Ministerio estaba bajo la coordinación de Carmen Naranjo Coto, como una figura política clave, destacada además como gran escritora costarricense y diplomática, conocida por su extensa obra literaria en los géneros de poesía, ensayo, narrativa y teatro, así como por sus cargos políticos como Embajadora en Israel (1972-1974) y Ministra de Cultura de Costa Rica (1974-1976).

Esta combinación de actividad cultural y política hizo que Carmen Naranjo, elevara con fuerza su voz por la defensa y promoción de los derechos de las mujeres, y esa actitud y fuerza Tatiana la aprendió muy bien al hacer uso de sus propias herramientas jurídicas, acompañadas de la discusión pausada y la construcción de discursos fundamentados en la documentación específica.

En todo momento ella tenía preparada una clara introducción sobre el significado de los derechos humanos de las mujeres, empezando por las principales disposiciones del derecho internacional de los derechos humanos y explicando con facilidad los conceptos contenidos en esos principios jurídicos de protección a las mujeres.

En el proceso histórico sobre avances normativos a los derechos humanos, Tatiana estuvo de una u otra manera presente, sin excluirse, atenta a todo lo que acontecía, sobre la discusión previa a la aprobación de la Ley de Violencia Doméstica en 1996.

La recuerdo aportando ideas a los grupos de trabajo que se habían conformado para ese fin, compuestos por mujeres feministas, organizaciones de mujeres y organizaciones no gubernamentales, todas unidas aportando propuestas que después fueron llevadas a esa gran discusión nacional, donde quedo más que claro que la violencia doméstica, era un asunto de la agenda pública y política.

Y como parte del proceso, toda esa riqueza en la discusión nacional, posteriormente alimentó el trabajo del INAMU, al impulsar el proceso de reforma a la Ley de Violencia Doméstica, que fue liderado en esta Institución por el Área de Violencia de Género, mediante la formulación de una política estatal orientada a la prevención y erradicación de la Violencia de Género, a través de la coordinación interinstitucional e intersectorial sustentada según Ley 8589 "Penalización de la Violencia contra las mujeres", publicada en mayo del 2007 y en la Ley 8688.

Lo anterior fue de mucho trabajo y preocupación para todo el equipo del INAMU, y ni qué decir del equipo específico compuesto por las abogadas, una de las cuales era Tatiana, que se había acostumbrado a dirigir su accionar, a través de la brújula de la Equidad de Género, que por cierto la sabía articular con total maestría desde la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) y su Protocolo Facultativo, Convención conocida por las mujeres feministas, como la Carta Internacional de los Derechos Humanos de las Mujeres, avalada por las Naciones Unidas y en vigor desde el año 1981.

Este instrumento jurídico Tatiana lo puso en práctica permanentemente, utilizándolo en cada uno de sus artículos y aplicándolo a los casos concretos dentro de cada uno de los espacios en los que ella se encontraba ejerciendo, sin importarle si la situación referida era de carácter público o privado.

En ese sentido, Tati también lo hizo conmigo. Me defendió allá por los años 1984, apoyándome frente a un episodio de una inusitada tormenta de violencia doméstica que me golpeó fuerte, y por eso ella no dudó en orientarme. Sin mezquindad me extendió su mano allanando mi camino, y no descansó hasta ver a ese sujeto agresor fuera de nuestro país.

Cerca de una década después, y para mi linda sorpresa, estábamos ambas laborando para el INAMU, trabajando por los mismos objetivos de apoyar a las mujeres y eso lo fuimos tejiendo, mediante la reflexión, discusión, cercanía con las mujeres, o simplemente mediante el acompañamiento y la presencia en los espacios políticos y sociales, desde donde era posible generar incidencia.

Tatiana siempre mostraba gran interés en temas de la política nacional y en la elaboración de normativa concreta en temas como la organización de las mujeres, la autonomía universitaria, el nacimiento de la Defensoría de la Mujer de la Defensoría de los Habitantes, también en el proceso de elaboración de la Ley sobre Paternidad Responsable, la elaboración de la Política de Salud Mental, y un sin fin de artículos y ponencias que registran sus grandes preocupaciones, y que están disponibles en el Centro de Documentación del INAMU.

Ya en los años posteriores al 2010, Tatiana hacía interesantes reflexiones sobre el quehacer del feminismo y con interesantes argumentos mostraba la importancia sobre los avances normativos en el país y el gran trabajo que había que continuar empujando para hacer valer todos esos derechos logrados y no retroceder en esa lucha histórica, sobre el reconocimiento a los derechos de las mujeres como parte de los derechos humanos.

Hasta el último momento de su vida Tatiana conservó lucidez y mucha perspicacia al emitir comentarios en el chat, y previos a su muerte, llenos de humor y talento sobre lo importante y significativo de la fecha que se avecinaba, sobre la conmemoración del 8 de marzo, sin imaginar que sería su último año de conmemoración.

A ella le encantaba todo: vestirse con tonos pastel, oscuro de suave algodón y seda. Adornaba su vestimenta con bellísimas joyas que, frente a la pregunta ¿de dónde eran?, ella respondía sonriendo y muy llena de orgullo que pertenecía a alguna de sus abuelas, incluso decía que la había tomado prestada, pero pertenecía a su madre.

Todo le gustaba; era muy capaz de disfrutar la comida, el chocolate, el amor a su familia, a su mascota llamada Lula, y con mucha intensidad vivía la puesta del sol y el tiempo de la luna llena. Y como dice su hermana Luvia:

…Viniendo Tati de una familia migrante, distribuida en seis países, fue muy natural que su primer viaje lo hiciera a los seis años de edad… Desde entonces, cultivó su ilusión por conocer el mundo, que la llevó a visitar diferentes países, entre sus preferidos estaba Italia y Hungría. En Italia encontró la emoción de ver, escuchar y degustar desde obras de arte, hasta platillos y paisajes largamente admirados...

…En Hungría y Turquía finalmente, ella se inauguró como viajera, explorando la abundancia de la cultura y ni que decir de la cuchara, porque la comida era todo un ritual en su vida. Pues la gastronomía según las personas expertas va de la mano con la cultura de cada país.

Por eso ahora Tati, desde nuestra simbólica despedida, se encuentra cubierta, revestida de suave y fresca seda multicolor, con fuertes alas de mariposa que la ayudan a continuar su vuelo por el mundo entero, saboreando y liberando el exquisito néctar de las múltiples flores de colores que enarbolan su bandera.